Las cicatrices del alma con amor se curan...
Las cicatrices del alma con amor se curan...
Libro: Destellos Autora: Ana María Rabatte.
<< No le tengas miedo al amor, no tengas miedo a entregarte, que si bien el amor produce, el mismo amor cura para seguirnos dando arriesgando<<.
Erase una vez una
isla donde habitaban todos los sentimientos: la Alegría, la Tristeza y muchos
más, incluyendo el Amor. Todos los sentimientos estaban allí. A pesar de los
roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila, hasta
previsible. A veces, la Rutina hacía que el Aburrimiento se quedara dormido, o
el Impulso armaba algún escándalo; otras veces, la Constancia y la Convivencia
lograban aquietar al Descontento.
Un día, inesperadamente para todos los habitantes
de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando por fin la Distracción
se dió por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron
presentes. Entonces, el Conocimiento dijo:
- “Tengo una mala noticia para darles... la isla
se hunde..."
Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
- “¡No! ... ¿como puede ser? …¡Si nosotros vivimos aqui desde siempre!!!!”
Pero el Conocimiento repitió:
- “La isla se hunde”
- ¡Pero no puede ser!!! Quizás estás equivocado!!!”
- “El Conocimiento nunca se equivoca -dijo la Conciencia, dandose cuenta de la verdad-.
Si él dice que se hunde, debe ser por que se hunde”.
- “Pero... ¿Qué vamos a hacer ahora????” -preguntaron los demás.
Entonces el Conocimiento contestó:
- “Por supuesto, cada uno puede hacer lo que
quiera, pero yo les sujiero que busquen la manera de abandonar la isla....
Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el
que permanezca en la isla, desaparecerá con ella”.
-“¿No podrías ayudarnos?”, preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.
- “¡No ! -dijo el Conocimiento-, la Previsión y yo
hemos construído un avión y en cuanto termine de decirles esto, volaremos hacia
la isla más cercana...”
Las emociones dijeron:
- “¡No! ¡Pero no! ¿Qué será de nosotros???”
Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con
su socia y, llevando de polizón al Miedo, que no es zonzo y ya se había
escondido en el motor, dejaron la isla.
Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a
construir un bote, un barco, un velero...Todas... Salvo el Amor.
Porque el amor estaba tan relacionado con cada
cosa de la isla que dijo:
- “Dejar esta isla... después de todo lo que viví aquí... ¿Cómo podría yo dejar
este arbolito, por ejemplo? Ahhh.... Compartimos tantas cosas...”
Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar
el medio de irse, el Amor se subía a cada árbol, olió cada rosa, se fué hasta
la playa y se revolcó en la arena como solía hacer en otros tiempos. Tocó cada
piedra...y acarició cada rama...
Al llegar a la playa, excatamente al lugar desde
donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que
tiene el amor:
-"Quizás la isla se hunda por un ratito...
y después resurja.... porqué no???"
Y se quedó días y días midiendo la altura de la
marca, para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible... Pero la
isla se hundía cada vez más...
Sin embargo, el Amor no podia pensar en construir
nada, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo
que perdería. Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande y que, aún
cuando se hundiera un poco, él siempre podría refugiarse en la zona más
alta.... Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia
nunca había sido un problema para él...
Así que una vez mas, tocó las piedrecitas de la
orilla ... y se arrastró por la arena... y otra vez se mojó los pies en la
pequeña playa... que otrora fuera enorme...
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia,
caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le
agradaba, era la más elevada...
Y la isla se hundía cada día un poco más.... Y el
Amor se refugiaba cada día en un lugar más pequeño...
- “Después de tantas cosas que pasamos
juntos!!!!- le reprochó a la isla.
Hasta que, finalmente, solo quedó una minúscula
porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
Recién en ese momento, el amor se dió cuenta de
que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la
isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la tierra...
Entonces, caminando entre senderos anegados y
saltando enormes charcos de agua, el amor se dirigió a la bahía.
Ya no había posibilidades de construirse una
salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía
y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos...
Desde allí podría ver pasar a sus compañeras en
las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguna
de ellas lo comprendiera y lo llevara.
Buscando con los ojos en el mar, vio venir el
barco de la Riqueza y le hizo señas. Se acercó la Riqueza que pasaba en un
lujoso yate y el Amor dijo:
- "Riqueza llévame contigo! … Yo sufrí
tanto la desaparición de la isla que no tuve tiempo de armarme un barco"
La Riqueza contestó:
- "No puedo, hay mucho oro y plata en mi
barco, no tengo espacio para ti, lo siento" y siguió camino, sin mirar atrás...
Le pidió ayuda a la Vanidad, a la que vió venir en
un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos
los colores, que también venia pasando:
- "Vanidad" por favor ayúdame".
y la Vanidad le respondió:
- "Imposible Amor, es que tienes un aspecto!!!!...¡ Estás tan
desagradable!!! tan sucio, y tan desaliñado!!!!... perdón pero afearías mi
barco…”- y se fue.
Pasó la Soberbia, que al pedido de ayuda contestó:
- "Quítate de mi camino o te paso por
encima!".
Como pudo, el Amor se acerco al yate del Orgullo
y, una vez mas, solicito ayuda.
La respuesta fue una mirada despectiva y una ola
casi lo asfixia.
Entonces, el Amor pidió ayuda a la Tristeza:
- "¿Me dejas ir contigo?".
La Tristeza le dijo:
- "Ay Amor, tu sabes que estoy taaaan
triste que cuando estoy así prefiero estar sola"
Pasó la Alegría y estaba tan contenta que ni
siquiera oyó al Amor llamarla.
Desesperado, el Amor comenzó a suspirar, con
lágrimas en sus ojos. Se sentó en el pedacito de isla que quedaba, a esperar el
final... De pronto, el Amor sintío que alguien chistaba:
- " Chst- Chst- Chst..."
Era un desconocido viejito que le hacía señas
desde un bote a remos. El Amor se sorprendió:
- "¿Es a mi?"- preguntó, llevándose una mano al pecho.
- “Sí, sí -dijo el viejito-, es a tí. Ven, sube a
mi bote, rema conmigo que yo te salvo”.
El Amor lo miró y le quiso explicar...
-"lo que pasó, es que yo me quedé...
- "Ya entiendo" -dijo el viejito sin dejarlo terminar la frase- “Sube!”.
El amor subió al bote y juntos empezaron a remar
para alejarse de la isla. No pasó mucho tiempo antes de poder ver como el
último centímetro de la isla se hundía y desaparecía para siempre...
- “Nunca volverá a existir una isla como esta! - murmuró el amor, quizás esperando que el viejito lo
contradijera y le dira alguna esperanza.
- “No -dijo el viejo- como ésta, nunca; en
todo caso, diferentes …!
Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor se
sentía tan aliviado que olvidó preguntarle su nombre. Cuando se dio cuenta y
quiso agradecerle, el viejito había desaparecido. Entonces el Amor, muy
intrigado, fué en busca de la Sabiduría para preguntarle:
- “¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco y él me
salvó... Todos los demás no comprendían que hubiera quedado sin embarcación,
pero él me salvó, me ayudó y yo ahora, no sé ni siquiera quién es...”
Entonces la Sabiduría lo miró largamente a los
ojos, y le dijo:
-"Es el único capaz de conseguir que el
amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible
seguir. Es el único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece
extinguirse. El que te salvó, Amor, es El Tiempo....”
Jorge Bucay, del libro “Todo (no) terminó” (Silvia Salinas y Jorge Bucay)
El amor y el tiempo son equivalentes de valor, por lo que no todos tiene la capacidad de adaptación, o de entrega en su totalidad, por los distintos miedos a los que se pueden enfrentar en el trayecto de la formación, de la relacion de pareja, por lo cual quienes tienen la dicha de compartir el amor, el amor propio son afortunados de saber que el complemento del amor es la aceptación, la ayuda constante a ser quienes somos con todo lo que cada uno somos, con lo bueno, con los obstáculos y con toda esa alegría que deja ser amado y amar con la misma intensidad con la que nos podemos amar primero a nosotros mismos!!
Por Evangelina Avalos Fernández 14/02/2021
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